Hoy, cuando millones de ciudadanos de todo el mundo nos hemos confinado en casa para combatir una pandemia a la que nadie había invitado a esta fiesta y con la que, en absoluto, contábamos, existen muchas formas de afrontar laboralmente este momento tan crucial que nos ha tocado vivir. Para una buena parte de los trabajadores la crisis se traduce en una paralización total de la actividad. Se cierra la fábrica, se para la cadena de montaje, se cancelan las reservas en los hoteles, comercios y restaurantes echan la persiana y ese mundo —al menos en el ámbito del trabajo— se detiene.
Otros, en cambio, somos muy afortunados porque las características de nuestra profesión u ocupación nos permite “teletrabajar”. De hecho, para algunos es su día a día, para otros un recurso ocasional, pero para la gran mayoría constituye una experiencia que intuíamos que era posible, aunque nunca nos habíamos atrevido a hacerla realidad porque, no nos engañemos, somos animales muy sociales.
Unos y otros tenemos la obligación de adaptarnos a esta situación, imponernos hábitos y rutinas para sobrellevarla, aprovechar esta etapa para retomar actividades domésticas o hobbies que teníamos olvidados o en la lista de asuntos pendientes o inventarnos otras actividades, faceta en la que el ingenio de la gente no para de sorprendernos.
Pensar, trabajar, planificar…
Pero, sobre todo, unos y otros, tenemos que pensar, trabajar y planificar el día después. El día (puede ser dentro de cinco semanas o tres meses) que rompamos este inesperado confinamiento y volvamos a nuestra actividad laboral enfrentándonos sin duda a un nuevo escenario para la mayor parte de las actividades.
Los que seguimos conectados a nuestro trabajo delante de una pantalla de ordenador tenemos que pensar, en primer lugar, que a nuestros interlocutores, clientes, proveedores, público en general, los tenemos delante, sí, delante de nosotros, exactamente al otro lado de la pantalla. No se han ido a otra parte, bien al contrario, seguramente si añadimos las horas de trabajo con el afán de estar permanente informados y buscar entretenimiento nunca habremos pasado tanto tiempo mirando nuestro dispositivo digital como estos días.
Pues si tenemos herramientas y tenemos público no sería mala idea ponernos a trabajar en ese “día después de”. Es un buen momento para renovar nuestra oferta, rediseñar nuestra estrategia, darle un aire nuevo a nuestra proyección externa, actualizar nuestro discurso, en definitiva, prepararnos mejor para ese momento en que las cosas vuelvan a la “normalidad”, a una normalidad que, sin duda, será diferente pero a la que debemos enfrentarnos con un nuevo impulso.
Nosotros, en SdeO Comunicación, además de llevar el día a día de los clientes cuya actividad no se ha detenido, al menos del todo, estamos planteándonos qué podemos hacer para aprovechar este tiempo, esta insólita situación, para ser mejores, nuestros socios y nosotros mismos, el día después de…
por Sergio de Otto, Director de SdeO Comunicación
Muy buena reflexión Sergio. Gracias.
Curiosamente en estos días, cuando miro por la ventana de mi casa, en La Granja, lo más común que suelo ver es el vuelo de la cigüeña. Lo interpreto como un proceso de renacer.
Confío estéis todos bien.
Abrazos,
Miguel